Sentado frente a la puerta, con la mirada fija en el halo de luz, respirando el aire de la ausencia, viviendo la ansiedad de tenerte acá.
Llorando sin parar frente a un frío testigo, extrañando tus manos que eran abrigo.
No hay consuelo, soy tan chico, la angustia es tan grande. Lloro más fuerte para que los que me rodean me vean, pero es en vano, nada es tan cálido como tu caricia.
jueves, 18 de junio de 2009
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